17 establecimientos ofrecen tapas veganas a un precio asequible
Óscar Bernabéu. Castelló
El día 1 de noviembre se celebra el Día Mundial del Veganismo, un estilo de vida al que muchos españoles se están sumando. Para conmemorar este día y promover la cultura vegana, entre los días 1 y 6 de noviembre Valencia ha acogido la Veggie Vuelta, una ruta de tapeo vegano organizada por la Unión Vegetariana Española (UVE), a la que se han sumado 17 bares y restaurantes repartidos por toda la ciudad. concretamente en cuatro barrios: Ciutat Vella, con la mayor variedad de platos concentrados en 5 locales, Russafa con 6 establecimientos, Benimaclet y Cabanyal con otros 3 comercios respectivamente. A la ruta se han sumado desde restaurantes famosos por sus opciones veganas, como Oslo o Khambú, hasta locales con un enfoque más moderno, como Unsushi.
Crítica gastronómica de la ruta Ciutat Vella
Ciutat Vella no es el barrio en el que más locales había, sin embargo, es el que más tapas saladas ofrecía, por lo que, si uno de los objetivos de esta ruta era promover una alimentación más saludable, parecía ser el más adecuado. El orden que seguimos a lo largo de este barrio fue el siguiente:
Amberes
Situado en la Calle de Boix, Amberes es una vinoteca especializada en ofrecer los mejores vinos veganos y ecológicos del mercado, además de tener una carta de cócteles de autor. Todo ello acompañado de pequeñas elaboraciones gourmet, como ellos mismos describen, veganas y vegetarianas.
Amberes se presentó en la ruta vegana con dos platos: Ensaladilla rusa con atún vegetal y «Hojalbravas». En este caso, solo pudimos probar las «Hojalbravas» por la acumulación de gente en el local y la lentitud de la cocina, sin embargo, nos fuimos con un buen sabor de boca. Dicha tapa se componía por una mezcla de patata y boniato rojo crujiente y hojaldrada, con forma rectangular, y adornada con una gota de alioli de azafrán, que le daba un toque muy característico, pero sin salir del plato típico que querían representar: las patatas bravas.
La Mandrágora
A cinco minutos andando de Amberes nos topamos con La Mandrágora, un gastrobar repleto de opciones veganas y vegetarianas en pleno centro del barrio de El Carmen. Con 4 tapas distintas, fue el local que más tapas ofrecía dentro de la ruta de Ciutat Vella. En nuestro caso, tuvimos el placer de probar 2 de ellas: butifarra con manzana caramelizada y focaccia.
La primera que probamos fue la tapa de butifarra con manzana caramelizada, una opción muy recomendada para todo aquel que quiere empezar a probar productos veganos sin mucho esfuerzo, ya que, a pesar de ser vegano, su sabor recordaba sin lugar a dudas a una butifarra de origen animal. Lo que más nos sorprendió de la tapa fue la manzana caramelizada, que le aportaba un toque fresco y dulce. Sin duda fue la tapa que más nos gustó de toda la ruta.
La siguiente en probar fue la focaccia, una masa de pan sin gluten adornada con cebolla, tomate cherry, aceitunas y hierbas aromáticas. Al igual que la tapa anterior, era una opción muy adecuada para todo aquel que quiere dar el paso a una gastronomía vegana sin poner mucho esfuerzo. No obstante, era una tapa que poco nos sorprendió debido a que en grandes cadenas italianas es un entrante bastante típico.
El restaurante más famoso dentro de la ruta de Ciutat Vella, una mezcla entre el concepto fast food y la comida vegetariana, situado en la Calle Quart. Sus tres propuestas de tapa eran las más redondas, ya que tenías un entrante, un principal y un postre. Aunque la propuesta gastronómica era buena, faltó algo de organización por parte del local, ya que se mezcló la gente que iba a probar las tapas, con la que iba simplemente a cenar. Esto provocó que se formara una cola de más de 15 personas esperando en la calle, más de 30 minutos a ser atendidos.
El entrante eran 3 bolitas de falafel con remolacha, un plato muy típico en Oriente Medio con un toque de remolacha, propio de Khambú, que le aporta algo más de jugosidad y un sabor algo ácido que le da algo más de gracia al plato.
El principal, de nuevo con origen en Oriente Medio, era Shawarma, un conjunto de tofu especiado, lechuga, tomate y cebolla. La mezcla estaba buena, pero el plato quedó pobre debido a que debía estar acompañada de tortitas de maíz, como si de un kebab se tratase, sin embargo, las tortitas brillaban por su ausencia por la gran demanda que hubo de esta tapa durante el día.
Por último, Khambú anunciaba en la programación de la ruta un helado de chocolate, sin embargo, al igual que con las tortitas de Shawarma, se acabó y decidieron ofrecer sus famosos “Cronuts”, un donut gigante bañado en chocolate que tiene una textura hojaldrada, que lo hace más ligero al paladar.
¿Acierto o pifia?
Concluyendo y con una mirada objetiva, podemos decir que actos como este apoyan y visibilizan causas que mejoran la vida de las personas, en este caso se comparte un estilo de vida que favorece la salud de manera directa y enseña a la gente que cuidarse no es tan difícil.
Analizando el evento con perspectiva hay bastantes cosas que mejorar, entre ellas, la realización de horarios simultáneos entre los locales de un mismo barrio o la organización del personal que atiende a los comensales. En nuestro caso, solo pudimos probar estos tres locales debido a que los otros 2 estaban cerrados en ese horario y en los tres tuvimos que esperar alrededor de 20 minutos para ser atendidos y servidos. No obstante, hay que recalcar que era la primera vez que se organiza un evento como este, esperamos que el año que viene venga con más locales y una mejor organización.
Comments