Leamök interpreta el clásico desde el humor y la reivindicación
Roberto Hoyo y Marco Ferreira . LEAMOK
«Espero que a vuestra merced le flipe mi historia y que exclame a los cuatro vientos joder, qué guapa está esta mierda», así comienza el speech de Lázaro. Cinco siglos más tarde, El Lazarillo de Tormes renace a través del break dance y se reencarna en el cuerpo del joven actor Roberto Hoyo, que adapta la historia y demuestra que hay bastantes similitudes de la obra con la sociedad de hoy. El clásico ha aterrizado en el auditorio de Vinaròs el pasado 27 de noviembre con una actuación llena de humor y sarcasmo, así como de reflexión y reivindicación.
El juego de luces y sonido es la única puesta en escena de la obra. Roberto Hoyo está sobre el escenario acompañado de su DJ para contar la historia de su personaje. La narración en primera persona simula una tertulia coloquial, como si no se tratase de una actuación preparada. El único actor adopta el rol de cada uno de los personajes de la historia de Lázaro mediante voces, bailes y espectáculo. Un espectáculo basado en el dinamismo, la ironía y el acercamiento con el público.
Representación de Lázaro en el auditorio de Vinaròs . PAULA MARÍA
Las butacas estaban ocupadas por gente de avanzada edad, hecho que ha servido al actor para comenzar su interpelación al público. Las interrupciones en la historia se han hecho frecuentes con chistes de algún espectador espontáneo e incluso llamadas telefónicas que, en vez de resultar una molestia, han servido de palanca para el humor. De esta forma, la representación ha sido un espacio para la conversación, espontaneidad y constantes risas y aplausos; «Qué bueno es este chico», repetían algunos espectadores en voz alta mientras transcurría la obra.
El humor ha reinado en la sala durante la hora y media de actuación, pero también ha habido cabida para la reflexión. Roberto Hoyo y su compañía Leamök toman el clásico para mostrar que hoy en día siguen existiendo Lazarillos que tienen que labrar su futuro en un mundo de precariedad laboral: «La historia del Lazarillo era perfecta para el momento en el que yo estaba, me tenía que ganar la vida de alguna manera y tirar de picaresca para salir adelante. Decidí apoyarme en esta obra de la literatura», confiesa el joven actor. Además, la versión teatral propone un final alternativo al de la obra clásica: el Lázaro original opta por resignarse ante la vida, a diferencia de la propuesta del joven: «Mi Lazarillo dice yo dejo de tener amo y empiezo a ser el puto amo», afirma Hoyo.
Y precisamente con esta frase se cierra la obra. Lázaro rapea por última vez contando su final alternativo. Un final en el que prima la resiliencia del joven y que, a pesar de su dura historia, deja entre sonrisas el Auditori. El público aplaude fuertemente durante dos minutos seguidos, con brillo en los ojos y satisfacción: «Me ha gustado mucho y es una forma muy acertada de retomar los clásicos y acercarlos a los más jóvenes», opinaban algunas de las espectadoras. Lázaro ha traído su pasado a Vinaròs, pero también ha aludido al presente con esta propuesta joven y reivindicativa.
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