La necesidad de estimarse en una época de consumo de cuerpos
Binca Stancu. Castelló
En un pequeño, pero decorativo “templo para relacionarse” comienza una curiosa obra. Una electro-ópera. Desconcertados por el estilo musical, varias personas entran al teatro y las butacas se llenan de gente de diferentes edades y estilos para ver a Manifest Antiromàntic. Ninguno de los asistentes esperaría ver lo ocurrido a continuación. Ancianos y ancianas comentan con ilusión las ganas de que comience la “ópera diferente” que había llegado a la ciudad de Castellón. Qué sorpresa se llevarían quince minutos más tarde.
Se apagan las luces. Suena lo que todos pensaban que era un aviso de la instalación: “por favor, silencien sus teléfonos móviles, pero no los apaguen por cuestión de seguridad”. Con este aviso cualquiera entendería que se trata de una prevención por no molestar durante el espectáculo. Además de que, con la última noticia de pruebas de mensajes estatales de seguridad por la actual guerra entre Rusia y Ucrania, tiene sentido que no se apaguen por seguridad. Momentos de un silencio expectante después, suena el tono de llamada de IPhone de uno de los espectadores, o eso es lo que todo el público creía. Comienzan así una serie de risas incómodas en la sala. Esta situación se repite hasta cinco veces. Los presentes ya desesperados por quién era el inconsciente que no silenciaba el móvil, se asombraron cuando la protagonista de la obra apareció con su teléfono por el pasillo central hasta subir al escenario. Comenzaba así la obra esperada: Con un engaño hacia todos y con diferentes cuestiones a qué tenía que ver la tecnología con la ópera.
El desconocimiento y asombro subieron cuando detrás de la joven se presenta en grande la pantalla de su móvil. Entrada a Amazon y comparación de diferentes juguetes sexuales. Música electrónica acompaña al ritmo de cada movimiento de navegación. Se decanta por el famoso satisfyer. La música sube. Botón de pagar. La electrónica aumenta. Mensaje de “Pagado. Gracias por su pedido” causa risas confusas entre el público y la melodía termina de golpe. Personajes vestidos con trajes amarillos y gorro del mismo color aparecen en el escenario como si de soldados se trataran. Estos serán los muebles y movimientos de los títeres principales. En el lado derecho del escenario, compañeros con las mismas características conforman la banda de la actuación compuesta por un cantante, un dj, que a su vez hace los coros, y un batería. Los soldados amarillos, al compás de la percusión, inundan el escenario y montan un pequeño atrezzo formado por cuatro pesas y un espejo sujetado por ellos. Los acompaña con carisma un joven con ropa deportiva.
Manifest Antiromàntic. Teatre de Castelló. Imagen propia
La música se convierte con cada una de sus notas en lo más motivador que el protagonista parece que haya escuchado en su vida. Comienza a hacer así lo que se supone que son curls de bíceps. Dicho ejercicio se convierte en un movimiento sexual. Nada más ni nada menos que la simulación de estirar del pelo a una mujer mientras tiene sexo. Voces de asombro y silbidos entre las mujeres de las primeras filas animan al resto del público. El personaje sigue “entrenando”, más bien entrenando lo que sería las posiciones sexuales que sabe. Es así como mientras él intenta hacer flexiones, cuando realmente mueve la pelvis al ritmo de la música de manera sensual y con cara de placer; entra por la derecha la protagonista acompañada de soldaditos que le sujetan el espejo en el que ella se limita a hacerse fotos hot. La melodía acompaña a la perfección con los diferentes sonidos electrónicos que el pianista/dj crea para que el cantante recite versos como: “Jo soc millor que tú. Ningú m’ho fa com tú”.
La pantalla principal pasa a ser la famosa plataforma de Tinder. En ella, a pantalla doble, cada uno de los personajes van aceptando o rechazando los perfiles que les aparecen. Cada vez sus movimientos son más rápidos y la electrónica también. Palmadas del público animan la futura pareja. Los más jóvenes siguen con gritos de ánimo y los más mayores continúan con expresiones confusas. Un Match inunda la pantalla y los aplausos aumentan. Los protagonistas al fin se conocerán. A partir de esta escena la obra para aquellos que anteriormente leyeran un poco, cobraría sentido: “Modernización del amor y sexualidad”. Después de conocerse, entre poco y nada los personajes, los soldados conforman una cama redonda enorme. La banda pone en éxtasis la escena mientras el cantante recita: “El meu amic, gordi, se la casca pensant en tú”, entre otros. La situación llega a clímax en el momento en el que ambos personajes quedan totalmente desnudos. Hasta los guardas de las entradas principales de la sala están boquiabiertos.
Manifest Antiromàntic. Teatre de Castelló. Imagen propia
La confusión ya se ha eliminado de la mayoría de los rostros y, tanto jóvenes como hasta los más ancianos, sonríen y animan la escenografía en la que la pareja mantiene, aparentemente, relaciones sexuales. Este momento se repite cuando la protagonista utiliza un arnés con un dildo para realizar sexo anal a su compañero. Un grupo de mujeres de unos cuarenta años se levantan de sus asientos y aplauden mientras gritan “eso sí que es ser un hombre”. El resto del público exhausto ríe y agranda el aplauso. Tras otras escenas del estilo, y con la llegada del fin de la obra, Manifest Antiromàntic ponen en pantalla que el público elija la próxima escena entre: “Facial Squirting”, “Metaverse No Binary Reptillan Hemaphrodite” o “Drugs and Orgy”. Es aquí donde un hombre del público le pide a viva voz a un amigo sentado más lejos que vote la tercera opción. “Todos nos estamos calentando un poco, ¿o no?”, pregunta para la gente de su alrededor. A lo que varias personas contestan entre carcajadas y sin nada de vergüenza.
Cuestionablemente, la opción con más votos resulta ser la segunda. Se inunda la pantalla principal de un vídeo, que podríamos decir que es, en cierto modo, porno entre reptiles. La ópera llega a su cumbre con versos como “Fem el pallasso massa ultimament”. Salen a escenario los protagonistas y los soldaditos amarillos y dan las gracias. La gente se levanta de sus asientos y un fuerte sonido de los aplausos y la emoción se escucha hasta fuera del teatro. Manifest Antiromàntic abandona el teatro de Castellón con reivindicación y a buena temperatura.
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